Es muy triste
como se han hecho las últimas elecciones, con el menor número posible de
electores, con bastantes resurrecciones de muertos y no pocas violencias y atropellos.
Ya es costumbre que sólo voten los que de una manera u otra sacan partido de
las amistades y servicios políticos y la inmensa mayoría de la nación, mirando
tan importante acto con desdén, se abstiene de tomar parte en él, segura de no
alcanzar por procedimientos representativos el remedio de sus males. […]
Resultado de este fraude político, es que las elecciones las hace el ministro
de la Gobernación y de aquella fábrica de votos salen también las minorías. No
pudiendo marchar bien el sistema sin oposición, el gobierno la fábrica con el
mismo celo que pone en la construcción de la mayoría. […] El mismo Padre
Eterno, que quisiera tener un puesto en el Congreso, no lo conseguiría sin el
auxilio de ese Espíritu Santo político, a quien llamamos ministro de la
Gobernación. Cuando más, hay un poco de animación, batalla en los preparativos
electorales; el gobierno destituyendo ayuntamientos arbitraria y violentamente,
las oposiciones organizando comités y pronunciando algún discurso moderno; pero
en la elección propiamente dicha, ni hay lucha ni la puede haber.
Pérez Galdós, B.:
“Política española”. Antología de artículos, 1884
He recibido de
España un gran número de felicitaciones con motivo de mi cumpleaños, y algunas
de compatriotas nuestros residentes en Francia. Deseo que con todos sea usted
intérprete de mi gratitud y mis opiniones.
Cuantos
me han escrito muestran igual convicción de que sólo el restablecimiento de la
monarquía constitucional puede poner término a la opresión, a la incertidumbre
y a las crueles perturbaciones que experimenta España. Dícenme que así lo
reconoce ya la mayoría de nuestros compatriotas, y que antes de mucho estarán
conmigo todos los de buena fe, sean cuales fueren sus antecedentes políticos,
comprendiendo que no pueda tener exclusiones ni de un monarca nuevo y
desapasionado ni de un régimen que precisamente hoy se impone porque representa
la unión y la paz.
No sé
yo cuando o cómo, ni siquiera si se ha de realizar esa esperanza. Sólo puedo
decir que nada omitiré para hacerme digno del difícil encargo de restablecer en
nuestra noble nación, al tiempo que la concordia, el orden legal y la libertad
política, si Dios en sus altos designios me la confía.
Por
virtud de la espontánea y solemne abdicación de mi augusta madre, tan generosa
como infortunada, soy único representante yo del derecho monárquico en España.
[…] Por
todo esto, sin duda, lo único que inspira ya confianza en España es una
monarquía hereditaria y representativa, mirándola como irreemplazable garantía
de sus derechos e intereses desde las clases obreras hasta las más elevadas.
[…] Por
mi parte, debo al infortunio estar en contacto con los hombres y las cosas de
la España moderna, y si en ella no alcanza España una posición digna de su
historia, y de consuno independiente y simpática, culpa mía no será ni ahora ni
nunca. Sea lo que quiera mi propia suerte ni dejaré de ser buen español ni,
como todos mis antepasados, buen católico, ni, como hombre del siglo,
verdaderamente liberal.
Alfonso
de Borbón, Nork-Town (Sandhurst, 1 de diciembre de 1874)
Manifiesto de Sandhurst
ESCAÑOS POR GRUPOS POLÍTICOS EN EL
CONGRESO DE LOS DIPUTADOS
Partidos/Grupos
|
1876 |
1879 |
1881 |
1884 |
1886 |
Republicanos |
1 |
7 |
32 |
5 |
22 |
Liberales
|
32 |
63 |
297 |
67 |
288 |
Conservadores
|
333 |
293 |
39 |
318 |
67 |
Otros
|
19 |
26 |
24 |
2 |
15 |
Total
escaños |
391 |
392 |
392 |
392 |
393 |
Fuente: M. M. Cuadrado: Elecciones y partidos políticos de
España
“Hemos entrado en un nuevo periodo político al que he
consagrado mi obra desde 1874. El Ministerio presidido por Canovas había
prestado relevantes servicios, terminado la guerra civil en España y en Cuba.
Pero no había sabido controlar el orden alcanzado por los sacrificios de todos,
con la libertad de todos. Y la nación a pesar de sus desgracias históricas, ama
los principios liberales. Y debo decirle que el señor Sagasta los aplica con
sinceridad y con deseo de no asustarse de los inconvenientes que trae consigo.
Ha colgado la Ley de Imprenta en el Museo Arqueológico de las leyes inútiles;
ha abierto la Universidad a todas las ideas y a todas las escuelas; ha dejado
un amplio derecho de reunión que usa la democracia según le place y ha entrado
en un periodo tal de libertades prácticas y tangibles que no podemos envidiar
cosa alguna a los pueblos mas liberales de la tierra: Nosotros, si sabemos
mantener la paz pública y el orden regular en las calles y en los campos [….].”
CASTELAR, E: Discursos parlamentarios,
1881.
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